En el Incienso de la Oración se esconde El Delito…

Todos hablamos de Dios. Lo nombramos en nuestras oraciones, lo invocamos en los momentos de miedo, lo agradecemos en las pequeñas victorias y lo buscamos cuando ya no hay nadie mas a quien acudir. Pero… ¿Cuántas veces lo hacemos desde la verdad? ¿Desde el alma desnuda?

La mayoría queremos creer que servimos a Dios. Que somos Buenas Personas. Que nuestras intenciones son limpias. Pero en ese incienso de la oración, también se elevan los susurros ocultos de la sombra: El Ego, la envidia, la soberbia, la culpa, el deseo de reconocimiento, el rencor no confesado.

Y es que dentro de cada uno habita una dualidad: Un Dios interno que guía, que ama, que sana… y también un Diablo que susurra, que duda, que juzga y se esconde tras buenas acciones que en realidad buscan aprobación, no redención.

El verdadero trabajo espiritual no es aparentar santidad, es tener el coraje de mirar dentro… y reconocer al Diablo. A ese Yo que grita cuando no lo miran, que se ofende cuando no lo aplauden, que MANIPULA en nombre del AMOR, que quiere ganar incluso en medio del dolor ajeno.

Pero aquí esta el secreto: Dios también habita allí. En el rincón mas oscuro del alma. No para juzgar, sino para iluminar. Solo cuando aceptamos esa oscuridad, cuando dejamos de temerle, podemos realmente ver quienes en verdad somos. Y entonces el incienso se vuelve limpio, la oración se vuelve verdadera… y Dios ya no es solo una idea, sino una presencia viva en lo cotidiano.

Sin oscuridad, no podríamos reconocer la luz. Sin sombra, no habría contraste para despertar.

SIN DUALIDAD NO HABRÍA EVOLUCIÓN.

No vinimos a ser perfectos. Vinimos a recordar, a reconciliar nuestras partes rotas, a caminar con nuestras contradicciones, y a dejar que cada herida revele un fragmento del cielo - cielo que también esta dentro- El alma no busca perfección, busca integración.

DIOS Y EL DIABLO NO HABITAN FUERA DE TI. ESTÁN DENTRO.

Para tu alma:

¿Que parte de ti estas rechazando que también merece ser amada? , ¿A que sombra aun le temes… que solo espera ser abrazada?

Tal vez hoy, el acto mas sagrado no sea rezar u orar… Sino atreverte a mirarte con toda la verdad.